Hace unos días leía lo siguiente: «HBO retira de su plataforma «Lo que el viento se llevó» tras las protestas que la consideran racista.» Hay noticias que me entristecen y esta es una de ellas. No me gusta mucho entrar en debates complicados pero sí que me gustaría contaros cómo vivimos este tipo de decisiones los escritores. Lo triste que nos resulta que obras de un valor incalculable se vuelvan, de repente, obsoletas y se les pase a poner todo tipo de etiquetas.
-¿Tenemos que dejar de leer historias de romanos porque lo que hacían con los gladiadores y los esclavos era inhumano?
-¿Un autor odia a la Iglesia por contar las acciones horribles que realizaron en la Edad Media?
-¿No debemos leer historias sobre los años 50 y 60 porque el papel de la mujer estaba más en casa y la sociedad era más machista de lo que lo es ahora?
El papel del autor no es narrar el pasado bajo la perspectiva de la sociedad en la que vive (sin esclavos, con una Iglesia más social y con menos machismo) sino contar historias interesantes y veraces al lector. Cuando estamos escribiendo sobre una época concreta, nos empapamos de ella, aprendiendo los puntos fuertes y los débiles de cada sociedad. Saber mostrarlo todo sin entrar en valoraciones personales es un arte que solo unos pocos poseen.
Creo que nos hemos instalado en una sociedad de lo «políticamente correcto», en un «o conmigo o contra mí» en muchas cuestiones de pensamiento. Creo también que no podemos dejar que esto llegue a los libros porque las historias deben mostrarlo todo, lo bueno y lo malo, y dejar que sean los lectores los que juzguen y aprendan por ellos mismos.
¿Si contamos lo que se hacía mal en el pasado estamos perpetuando esos comportamientos en el futuro? Creo que cargar a los autores de esa responsabilidad por no mentir a los lectores es injusto. Pero, además, no podemos cambiar el pasado y no ganamos nada no queriendo mirar atrás, salvo quizá, olvidar nuestros errores y volver a cometerlos.
Tenemos que ser capaces de contextualizar una obra y ser conscientes de que las sociedades evolucionan y, aunque lentamente en algunos campos, vamos a mejor: dentro de 50 años seguro que las futuras generaciones nos echarán en cara a los autores de ahora que no tratáramos sobre ciertos temas que entonces estarán en el punto de mira. Espero que no decidan en ese momento, dejarnos de leer.